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Mostrando entradas de agosto, 2020

LA GANANCIA DE LA PÉRDIDA

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Era una ma ñ ana fr í a y, como todas las ma ñ anas, se levantaba temprano para ir a la universidad. Lo que m á s detestaba de su ritual matutino era meterse en una ducha sin terma en pleno invierno. Una ducha caliente y un café pasado eran dos lujos que no podía darse viviendo en Pamplona Alta. Su casa quedaba en la parte alta de un cerrito cerca del Cristo que se erigía en la cima; y hasta ahí sólo llegaba el agua en cisternas que se almacenaba en tanques que se acomodaban en los techos. Así que no había otra alternativa que duchase rápido y salir corriendo si quería alcanzar la combi que pasaba a las 7.15 para llegar puntual a la universidad . Allí no sólo tomaría sus lecciones de pedagogía, sino que estaría cerca de Daisy, su compañera de carpeta, de quién estaba enamorado. Pero esa mañana no sería igual a todas -aun que aparentemente comenzó como todas-. Mientras viajaba iba pensando en Daisy y en lo primero que le diría apenas la viera. Nada lo distraía; ni siquiera los grito