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Mostrando entradas de agosto, 2010

¡NO VOY A BESARTE!

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Esa fue la advertencia que la estudiante de inglés le hizo a su novio cuando él, traviesamente, le propuso tomar otra ruta para llegar a su casa. Esa nueva ruta, por supuesto, le tomaría unos minutos más para estar con ella antes de despedirse. Pero, su decisión estaba tomada, no lo besaría así dieran mil vueltas alrededor de su casa antes de entrar. Estaba cansada físicamente, agotada mentalmente y algo mal humorada por los síntomas que preceden al período menstrual. Era comprensible que en tales circunstancias no tuviera ganas de besar a nadie. Lo único que quería era llegar a casa, quitarse los zapatos, tomar algo caliente y meterse en la cama. Los besos podían esperar. Él, que no entiende de síntomas femeninos, insistió un poco; ella, que no tenía fuerzas para iniciar otra pelea, asintió, no sin antes espetarle su advertencia: "¡no voy a besarte, ah!". Tal advertencia, si no fuera entendida en su respectivo contexto, se podría calificar de mezquindad, de desamor.